Al llegar a la mesa, el cochinillo segoviano asado es una vista para deleitarse. La piel dorada y crujiente y saborosa. El cochinillo, un lechón de no más de tres semanas de vida, ha sido asado lentamente hasta que la carne debajo de la piel se vuelve increíblemente tierna y jugosa, desprendiéndose fácilmente del hueso.
Los sabores del cochinillo son profundos y ricos, con una dulzura natural que es típica de la carne de cerdo joven. El asado lento permite que los sabores se desarrollen plenamente, resultando en una carne que es tan sabrosa que requiere poco más que una pizca de sal para realzar su sabor.